Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Jr 31, 10; Is 35, 4)
Oigan, pueblos, la palabra del Señor y anúncienla en todos los rincones de la tierra: "He aquí que vendrá nuestro salvador, ya no tengan miedo".
Concédenos, Señor Dios nuestro, permanecer alerta a la venida de tu Hijo Jesucristo, para que cuando venga y llame, nos encuentre velando en oración y entonándole alabanzas. Por nuestro Señor Jesucristo...
El vástago del Señor será magnifico y glorioso.
Del libro del profeta Isaías: 4, 2-6
Aquel día, el vástago del Señor será magnífico y glorioso; el fruto del país será orgullo y esplendor de los sobrevivientes de Israel. A los restantes en Jerusalén, a todos los inscritos en ella para la vida, los llamaré santos.
Cuando el Señor haya lavado la inmundicia de las hijas de Sión y haya limpiado de sangre a Jerusalén con viento justiciero y abrasador, creará el Señor, sobre todo lugar del monte Sión y sobre la asamblea, nube y humo de día, y fuego llameante de noche. Y por encima, la gloria del Señor será toldo y tienda contra el calor del día, abrigo y resguardo contra el temporal y la lluvia.
R/. Vayamos con alegría al encuentro del Señor.
¡Qué alegría sentí, cuando me dijeron: "Vayamos a la casa del Señor"! Y hoy estamos aquí, Jerusalén, jubilosos, delante de tus puertas. R/.
A ti, Jerusalén, suben las tribus, las tribus del Señor, según lo que a Israel se le ha ordenado, para alabar el nombre del Señor. En ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David. R/.
Digan de todo corazón: "Jerusalén, que haya paz entre aquellos que te aman, que haya paz dentro de tus murallas y que reine la paz en cada casa". R/.
Por el amor que tengo a mis hermanos, voy a decir: "La paz esté contigo". Y por la casa del Señor, mi Dios, pediré para ti todos los bienes. R/.
ACLAMACIÓN (Cfr. Sal 79, 4)
R/. Aleluya, aleluya.
Señor y Dios nuestro, ven a salvarnos; míranos con bondad y estaremos a salvo. R/.
Muchos vendrán de oriente y occidente al Reino de los cielos.
Del santo Evangelio según san Mateo: 8, 5-11
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un oficial romano y le dijo: "Señor, tengo en mi casa un criado que está en cama, paralítico, y sufre mucho". Él le contestó: "Voy a curarlo".
Pero el oficial le replicó: "Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa; con que digas una sola palabra, mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; cuando le digo a uno: '¡Ve!', él va; al otro: ¡Ven!', y viene; a mi criado: ¡Haz esto!', y lo hace".
Al oír aquellas palabras, se admiró Jesús y dijo a los que lo seguían: "Yo les aseguro que en ningún israelita he hallado una fe tan grande. Les aseguro que muchos vendrán de oriente y de occidente y se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos".
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, estas ofrendas que hemos tomado de tus mismos dones, y concédenos que esta Eucaristía que estamos celebrando, nos alcance la salvación eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I/A o I/B de Adviento.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Cfr. Sal 105, 4-5; Is 38, 3)
Ven Señor, a visitarnos con tu paz, para que nos alegremos delante de ti, de todo corazón.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Por nuestra participación en esta Eucaristía enséñanos, Señor, a no poner nuestro corazón en las cosas pasajeras, sino en los bienes eternos. Por Jesucristo, nuestro Señor.