"¿Qué te parece, Simón? ¿A quiénes les cobran impuestos los reyes de la tierra, a los hijos o a los extraños?".





RESPUESTAS DE FE S.D.A.


SANTA CLARA DE ASÍS


ANTÍFONA DE ENTRADA


He despreciado los reinos del mundo y los halagos de este tiempo, por amor a mi Señor Jesucristo, a quien he visto, a quien deseo, en quien creo y a quien amo.


ORACIÓN COLECTA


Dios nuestro, que misericordiosamente condujiste a santa Clara al amor por la pobreza, concédenos, por su intercesión, que, siguiendo a Cristo en pobreza de espíritu, merezcamos llegar a contemplarte en el reino celestial. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.


LITURGIA DE LA PALABRA


La gloria del Señor se manifestó en forma visible.


Del libro del profeta Ezequiel: 1, 2-5. 24-28


El día cinco del mes cuarto (era el año quinto de la deportación del rey Joaquín), me fue dirigida la palabra del Señor a mí, Ezequiel, sacerdote, hijo de Buzí, en el país de los caldeos, a orillas del río Kebar, y fui arrebatado en éxtasis.

 
Vi venir del norte un viento huracanado, una gran nube rodeada de resplandores y relámpagos, y en su centro, algo parecido al brillo del ámbar. En medio aparecían cuatro seres vivientes, que tenían forma humana. Oí el ruido de sus alas cuando se movían: era como el estruendo de un río caudaloso, como el trueno del Altísimo, como la gritería de una multitud o como el estruendo de un ejército en batalla. Cuando se detenían, plegaban sus alas.
 
Encima de la plataforma había una especie de zafiro en forma de trono y de esta especie de trono sobresalía una figura, que parecía un hombre. Vi luego una luz, como brillo de ámbar, como un fuego que envolvía al hombre, desde la cintura para arriba; desde la cintura para abajo, vi también algo como fuego, que difundía su resplandor, parecido al del arco iris que se ve en las nubes, cuando llueve. Tal era la apariencia visible de la gloria del Señor. Cuando yo la vi, caí rostro en tierra.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.


Del salmo 148

R/. El cielo y la tierra están llenos de tu gloria.

 
Alaben al Señor en las alturas, alábenlo en el cielo, que alaben al Señor todos sus ángeles, celestiales ejércitos. R/.
Reyes y pueblos todos de la tierra, gobernantes y jueces de este mundo; hombres, mujeres, jóvenes y ancianos, alaben al Señor y denle culto. R/.
 
El nombre del Señor alaben todos, pues su nombre es excelso; su gloria sobrepasa cielo y tierra, y ha hecho fuerte a su pueblo. R/.
 
Que alaben al Señor todos sus fieles, los hijos de Israel, el pueblo que ha gozado siempre de familiaridad con él. R/.


ACLAMACIÓN (Cfr. 2 Ts 2, 14)



R/. Aleluya, aleluya.

 
Dios nos ha llamado, por medio del Evangelio, a participar de la gloria de nuestro Señor Jesucristo. R/.


Lo van a matar, pero al tercer día va a resucitar. - Los hijos están exentos de impuestos.


Del santo Evangelio según san Mateo: 17, 22-27


En aquel tiempo, se hallaba Jesús con sus discípulos en Galilea y les dijo: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo van a matar, pero al tercer día va a resucitar". Al oír esto, los discípulos se llenaron de tristeza.

 
Cuando llegaron a Cafarnaúm, se acercaron a Pedro los recaudadores del impuesto para el templo y le dijeron: "¿Acaso tu maestro no paga el impuesto?" Él les respondió: "Sí lo paga".
 
Al entrar Pedro en la casa, Jesús se adelantó a preguntarle: "¿Qué te parece, Simón? ¿A quiénes les cobran impuestos los reyes de la tierra, a los hijos o a los extraños?". Pedro le respondió: "A los extraños". Entonces Jesús le dijo: "Por lo tanto, los hijos están exentos. Pero para no darles motivo de escándalo, ve al lago y echa el anzuelo, saca el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda. Tómala y paga por mí y por ti".

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS


A ti, Señor, que con el consuelo temporal nos enseñas a no desesperar de las promesas eternas, te presentamos las ofrendas de nuestra devoción, para consagrártelas en la conmemoración de santa Clara. Por Jesucristo, nuestro Señor.


ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Lc 10, 42)


Una sola cosa es necesaria, y ella escogió la mejor parte que nadie le quitará.


ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN


Renovados, Señor, con este manantial de salvación, te pedimos suplicantes que, por la intercesión de santa Clara, uniéndonos cada día más a Cristo, merezcamos tener parte en el reino de su gracia. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.